La Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, con sede en Palencia, reivindica el valor medicinal de los hongos y aboga por el desarrollo de aplicaciones prácticas de forma que su cultivo contribuya además al desarrollo económico y social de las zonas rurales.
De momento se reconocen 300 especies de hongos medicinales aunque según ha explicado el director de la Cátedra, Juan Andrés Oria, «la práctica totalidad de los hongos tienen un valor antibiótico y muchas aplicaciones para la salud».
Hay miles de especies por tanto con aplicaciones tanto para la prevención como para el tratamiento de enfermedades graves y trastornos más corrientes.
El cáncer, la tensión arterial elevada, el colesterol, la bronquitis, las neumonías, el alzheimer o un simple catarro, pueden ser tratados a base de hongos, cuyas propiedades antioxidantes, antivíricas y anticancerígenas son muy valiosas, ha señalado Oria.
Pero como siempre, de la teoría a la práctica hay todo un trecho y en este caso está claro que la sociedad en general y la medicina en particular ven las aplicaciones medicinales de los hongos como algo curioso y extraño más propio de curanderos y sanadores que de la medicina con mayúsculas. De ahí la importancia que le da la Cátedra de Micología a la sensibilización de la sociedad para conseguir que «se tome en serio que hay muchos problemas de salud y enfermedades graves que podrían tratarse o prevenirse con hongos», ha apuntado el experto.
De hecho, según Juan Andrés Oria, el consumo periódico de algunas setas, como los conocidos boletus, el pedo de lobo o las setas de chopo serviría para prevenir los catarros y las alergias, para regular la tensión arterial y hasta para acabar con el colesterol «del malo».
También la seta de cardo tiene un valor medicinal elevado, hasta el punto de que su consumo frecuente serviría para luchar contra el envejecimiento por su alto contenido en antioxidantes e incluso para tratar y prevenir enfermedades como el alzehimer, ha asegurado.
Sin embargo hay una falta absoluta de desarrollo de todas sus aplicaciones para lograr que la sociedad se beneficie de las bondades de los hongos, que además son los principales productores de antibióticos, tal y como demuestra el famoso penicilum.
Por eso la Cátedra, que comenzó estudiando 25 especies de hongos y sus aplicaciones medicinales ha reducido el estudio a cinco especies por sus potencialidades medicinales y porque por sus características podrían convertirse en una alternativa económica muy rentable en Castilla y León.
Son la Ganoderma Lucidum, Coriolus Versicolor, Guifola Frondosa, Lentinus Edodes y Lenzites Letulina, aunque el hongo más valioso es la denostada y poco apreciada Ganoderma Lucidum o reishi, conocida como pipa, perseguida hasta desear su desaparición y poco apreciada gastronómicamente por su textura leñosa.
Sin embargo se trata de un hongo con una potencialidad curativa enorme y que además nace con facilidad entre encinas y robles o entre restos de madera.
Sus propiedades antivirales, bactericidas e inmuno depresoras la convierten en una joya extremadamente valiosa para la prevención y tratamiento del cáncer ya que inhibe la formación de tumores malignos, para solucionar problemas arteriales, de inmunodeficiencia, o simples alteraciones del sueño.
Lo curioso de este hongo es que puede conseguirse en forma de pastillas en las farmacias pero jamás se receta y el desconocimiento y desconfianza de la sociedad hacen el resto.
«De ahí la importancia que tiene la difusión de estos valores y la sensibilización social en este campo», ha subrayado Oria.
Pero además la Cátedra de Micología defiende que para poder ofertar estos hongos es necesario facilitar su cultivo y por ello se están haciendo estudios prácticos para evaluar su rentabilidad económica.
Los ensayos se hacen en los propios campos de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, pero también en colaboración con empresas de Biotecnología Forestal.
«Queremos demostrar que el cultivo de hongos medicinales es una posibilidad real de desarrollo», señala el director de la Cátedra, ya que su producción es muy fácil y su coste en el mercado elevado.
Además todas ellas son setas que nacen en terrenos pobres e incluso improductivos e inútiles para cualquier otro producto agrícola, ganadero o forestal.
Y por ultimo, la Cátedra baraja la aplicación de estos hongos a la industria alimentaria, ya sea como conservantes y antioxidantes naturales o para aportar determinadas propiedades de las que carezcan los alimentos en cuestión.
En definitiva son conscientes de que la aplicación practica de los hongos medicinales abriría todo un mundo al tratamiento de enfermedades, aunque para eso el primer paso sería «dejar de ver el uso medicinal de hongos como algo exótico» y romper con el tabú de que los hongos se consumen solo en determinadas épocas del año.